Yenidze: un pedazo de Turquía en Europa Central
Es tiempo de viajes y escapadas para conocer
algún rincón de nuestro país o de un mundo empequeñecido por el extraordinario
desarrollo de los medios de transporte. El punto de partida de cualquier excursionista
para una jornada cultural en un sitio suele ser la oficina de turismo.
Existe una dictadura encubierta en todos
estos servicios turísticos locales que predispone al visitante a entrar en
edificios religiosos y castillos, algunas ruinas romanas, mucho menos
patrimonio civil, exceptuando que
pertenezca a algún personaje muy relevante. Bueno, también museos. El
Patrimonio Industrial queda relegado a un plano residual, dependiendo éste de
la experiencia personal de quien nos atiende, la cual, en muchos caos, es nula.
Si tuviésemos que aprender la historia de la humanidad a través de las
guías de viaje y demás inventos turísticos, a buen seguro concluiríamos que ésta terminó en el
siglo XIX, siendo siglo XX y XXI un
periodo lleno de algunos pintores
famosos y varias guerras.
El turista típico, está entrenado
para no mirar a su alrededor dondequiera que va, o bien, está condicionado por
los prejuicios culturales basados en la sacralización de lo más antiguo y caro.
Esta actitud aprendida le predispone a conformarse con contemplar obras
del clero y de la aristocracia a lo largo de los siglos. Evidentemente, existen
excepciones de edificios industriales que se encuentran a la cabeza mundial de visitas turísticas,
como la Torre Eiffel, pero que no salvan, en absoluto, esta tendencia general
del gusto de la gente corriente por el retablo, la cama de una reina o las
almenas.
Ninguno de nosotros estamos a salvo de
escapar de esta dinámica que nos empobrece culturalmente y que nos ofrece una visión fraccionada del mundo que nos rodea.
El caso de Dresde es, probablemente, uno de los casos más paradigmáticos. Esta ciudad alemana está definida por las
bíblicas turísticas como una de las
ciudades más bellas de Europa. Ustedes también pueden comprobarlo en su propia casa: tecleen en Google qué ver
en Dresde o simplemente Dresde. El ordenador, solícito, mostrará al navegante
numerosas fotos de edificios barrocos reconstruidos en forma de palacios,
iglesias y óperas que nos hablan de una ciudad que parece que tiene sólo dos
siglos de antigüedad: el XVII y XVIII.
Mezquita del tabaco. Lo que parece un minarete es la chimenea
Sin embargo, no aparece el Yenidze, obra
cumbre del Patrimonio Industrial Europeo. Este edificio es comúnmente conocido como la
“Mezquita del tabaco”, pero no es de ningún modo un templo, sino que es una
fábrica. Fue construido entre 1908 y 1909 por una empresa tabaquera de capital
turco llamada Yenidze. Tomó su nombre de la región griega en la que se
cultivaba la materia prima, en aquella
época en manos del Imperio Otomano.
Tras el cierre de la fábrica en los años 80,
el complejo fue restaurado en 1996. Hoy en día
alberga un hotel y un restaurante.
Su preciosa cúpula de acero se
abre varias tardes a la semana para la celebración de conciertos, la
representación de pequeñas obras de teatro y la organización de actividades para niños. Además, es la atalaya
urbana desde el que se obtienen las mejores panorámicas de la ciudad de
Dresde. Juzguen ustedes mismos: salvando épocas y estilos arquitectónicos, el Yenidze no tiene nada que envidiarle al Palacio Zwinger, en la misma ciudad.
El Yenidze de noche. Cúpula y chimenea
Palacio Zwinger, también en Dresde
Palacio Zwinger, también en Dresde
Conocimos este impresionante monumento
industrial hace ya algunos años, durante
uno de nuestros viajes veraniegos no por recomendación de alguna guía turística
sino por pura casualidad, al entrar en
coche por error en el extrarradio de la
ciudad, esto es, muy muy lejos del mal
llamado centro histórico de la ciudad de Dresde.
Es una verdadera lástima que la gente se
pierda este Patrimonio por una deficiente formación de los máximos responsables
de bienes culturales de ésta y otras ciudades europeas (no hablemos de las
españolas) y por la flagrante a la vez que estúpida arbitrariedad con la que se crean los paquetes
e itinerarios turísticos.
Hoy en día, varios años después de aquel
viaje, comprobamos con alegría cómo el
Yenidze empieza a aparecer en alguna guía turística digital de la ciudad de Dresde. La gente que viaja
es cada vez más inconformista con aquello que se ofrece como típico o convencional
y en su búsqueda crítica encuentra nuevas rutas que posteriormente se normalizan gracias a
internet. Así es como el Patrimonio Industrial, junto a otros Patrimonios olvidados van reivindicando
su importancia desde el punto de vista turístico.
Desde este humilde medio de comunicación
animamos a aquellos lectores que puedan permitirse el lujo (si, es un lujo) de
viajar en estos meses, a que miren más a su alrededor y, sobre todo, que miren mejor cuando
visiten ciudades o espacios patrimoniales. Es el único método para que no te
den castillo o palacio por fábrica, sino ambas cosas.
Cúpula del Yenidze, desde el interior
No hay comentarios:
Publicar un comentario