domingo, 16 de octubre de 2016

Cualquiera que tenga una planta sabrá que la mejor agua es la que cae de arriba.

   Por fin ha empezado a llover, aunque poco, pero sí lo suficiente como para poder dejar de regar nuestros árboles hasta la próxima campaña. Estas últimas semanas no han faltado vecinos con ganas de arrimar el hombro: unos, por primera vez; y otros, con reiteración y sin alevosía. Gracias a todos.

Antonio Ángel también quiso ayudar. Gracias.

Gracias por venir, José Luis.
   Por motivos de orden mayor -ajenos a la voluntad del consistorio belmezano-, en las últimas semanas nos hemos visto desprovistos del vehículo que usualmente nos tenía cedido el Ayuntamiento de Belmez, aunque eso ha alterado el ritmo normal de la faena, ello no ha supuesto ningún impedimento para continuar con el riego de los árboles de nuestra Vía Verde, ya que de forma desinteresada varios vecinos se han ofrecido a regar con sus vehículos y remolques.

Rafael ha traído su coche y remolque. Gracias Rafa.


Salvador volvió a ayudar. Gracias.
   A toro pasado, me he puesto a hacer cuentas de los vecinos de Belmez y Peñarroya-Pueblonuevo que esta campaña de riego han decidido ayudar a construir más Vía Verde y, realmente, la cifra resultante, que sobrepasa el medio centenar, me ha sorprendido mucho. Esa sorpresa debe ir unida, con toda probabilidad, a mis limitaciones formativas en origen. Lo cierto es que, después de todo, terminé por recordar un reportaje que leí hace algún tiempo, y que trata sobre una tribu india y sobre la construcción de puentes orgánicos sensu stricto. 

   En ese reportaje contaban que hay en la India una tribu llamada los Khasi que vive en la región Cherrapungi, en el estado de Maghalaya. A primera vista, nos podría llamar la atención que el 73% de los khasi esté alfabetizado, o que el 86% de las mujeres participen en las decisiones del hogar, o que en esa sociedad no existan las castas -categorías de personas- que se reconocen en el resto del subcontinente indio, o que las nupcias se elijan libremente entre los contrayentes; pero, sinceramente, pienso que no nos debe sorprender algo que hemos sentido como normal debido a la impronta que nos marca la tribu que nos ha regalado el nacer. Tampoco nos sorprende que los khasi se consideren dentro de una economía capitalista, que reconozcan y respeten la propiedad privada, que negocien con sus propiedades, productos y mano de obra dentro de un mercado libre limitado por las restricciones propias que les impone lo aberrante…; lo que si nos tiene que sorprender, por diferente, es su forma de dominar el medio contando plenamente, sin limitaciones, con el medio: su don de construir para todos y entre todos de una forma tan individualmente común.

Otra vez, gracias
   La región de los khasi es una de las zonas del mundo en las que se recogen las mayores precipitaciones de lluvia y, a su vez, es un área que presenta una orografía difícil, con predominio de importantes desniveles que hacen que los desplazamientos por ese territorio sean tarea complicada debido a la presencia de ríos, arroyos y barrancos con regímenes de flujo muy variables. La elevada humedad de la zona da lugar a que crezca una variedad de higuera, denominada Ficus elastica, que utiliza raíces aéreas para asirse con eficacia y no ser tumbada en las crecidas, y también para escalar en su carrera competitiva por la luz. Los khasi han aprendido a enseñar a sus hijos de la necesidad de adquirir un compromiso integral de todos con el medio, y de la dosis de paciencia individual que ello requiere. Los padres enseñan a sus hijos desde muy pequeños a guiar las raíces de las higueras para, después de dirigirlas sobre los diversos ríos de la región, enterrarlas en la orilla contraria. Transcurridos dos o tres lustros las raíces adquieren la resistencia suficiente para permitir el tránsito sobre ellas. El mimo perpetuo que reciben estos árboles los termina por convertir en verdaderas obras de ingeniería viva, coetáneas a cada momento sobre raíces cuidadas durante siglos.

Puente vivo de dos carriles situados en cotas superpuestas. El tamaño de las rocas del lecho nos indica la
virulencia de algunos de los episodios de flujo a los que se ve sometido el cauce, y el puente resiste. 

   Cada cual es libre  de ayudar y/o crear un puente, respetuoso con el medio, -un puente más-, que será usado y/o creado por todos, por todos y cada uno de los Antonios, Susanas, Yerays, Marías, Manolos, Franciscos, Gemmas, Luises, Ángeles, Pepas, Albertos, Lucías, Ignacios, Nicasios, Juanes, Pedros, Pablos, Joaquínes, Saras, Encarnaciónes, Luisas, Candelas, Lourdes, Alejandros, Camilos, Carlos, Alfonsos,..., y cualquier otro anónimo de esos que sabe a ciencia cierta que su ayuda, comprometida e interesada con el futuro, es otro más de los puentes que necesita la Vía Verde para terminar uniendo el Alto Guadiato con el resto del mundo.

   A veces, uno no sabe si lo de haber disfrutado de un abuelo es una carga de por vida, o, si por el contrario, se trata de una inmerecida suerte; y, es que, nuevamente se me viene de mi maltrecha memoria aquella lección suya de:-“Tú pasas con cinco sacos de arroz y yo sólo paso con uno, que le den al puente, que lo apañe el que más pase”; ¿les suena a algo?, "resulta que al final ningún saco de arroz pasa a la otra orilla". Y, es que, hay puentes en Cherrapungi que tienen más de 500 años, y algunos miles de toneladas de arroz a sus espaldas, y las que aún les queden por pasar.


   Siempre pensé que nuestros mayores lo son porque tienen que serlo: “qué más da cuanto con su trabajo él cosechó si tú con el tuyo también cosechaste”, -escuché un día decir a un abuelo al padre de sus nietos-.

   Las oportunidades pasan tan rápido como los trenes que ya pasaron, y marcaron en la Comarca del Alto Guadiato una serpenteante cicatriz para hacernos recordar que está prohibido olvidar lo efímera que puede llegar a ser la ocasión.



Algarrobo de la Vía Verde que ha sido regado por unas 50 personas diferentes,
 nadie había apadrinado a este árbol. Es uno de los árboles mejor desarrollado de la Vía. 




   "Lázaro, levántate y anda"
Juan 11,43.




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