jueves, 10 de julio de 2014

Recuperando la memoria vegetal

Trasera del antiguo hospital de la SMMP (actual Centro de Salud)


Cuando hablamos de conservación histórica, pensamos en elementos materiales e inmateriales, pero nunca en aquello que tiene vida propia. Edificios civiles, edificios religiosos,  complejos fabriles, castilletes, castillos, canciones, usos, costumbres, tradiciones son incorporados a la colección eternamente inacabada e inabarcable de elementos de “eso” que todos hemos convenido en llamar cultura de una zona obviando en este proceso asimilador  elementos fundamentales como, por ejemplo, la vegetación. Si hay algún elemento vivo, después de los vecinos septuagenarios y octogenarios que puede representar a la belle epoque de la industria y la minería en la zona, ese es el pino australiano. Durante décadas en Peñarroya-Pueblonuevo, Belmez y sus alrededores era más normal  encontrar esta especie arbórea  que una encina o un olivo. Las empresas extranjeras, especialmente la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX   plantaron de forma masiva este árbol en las proximidades de las minas e industrias por su rápido crecimiento y sus indudables ventajas desde el punto de vista de la entibación, enriquecimiento rápido de suelos degradados y como barrera contra  humos. 
 Fábrica de papel y de tejidos con el bosque de cauarinas al fondo
Foto FJ Aute


Casuarinas y eucaliptos se entremezclan en esta imagen del barrio francés de Peñarroya-Pueblonuevo

A lo largo del siglo XX esta industria y los pozos fueron desapareciendo, no así  los árboles, que permanecieron allí hasta los años 90 del siglo XX.  La expansión urbanística de los municipios  como consecuencia del puntual repunte  de población  y la nueva política de creación de polígonos industriales, unida a la ausencia de una política medioambiental en los Ayuntamientos propiciaron la tala impune de lo que fue el bosque de esta especie más importante del sur de España.  Si bien es cierto que se levantaron algunas voces   en favor de la repoblación de otras zonas aledañas con árboles equivalentes, estas no fueron escuchadas. Con aquellos árboles centenarios  se fue también parte de nuestra memoria colectiva. De los más de 300 árboles centenarios que existieron en su momento, actualmente, tan sólo sobrevive una pequeña  reserva  junto al antiguo hospital minero de la SMMP (Centro de Salud de) y otra hilera joven en su parque periurbano, además de algunos ejemplares aislados en viviendas francesas de Peñarroya-Pueblonuevo.
Uno de los 10 ejemplares de casuraina plantados por nuestra
 Asociacón en la Vía Verde de La Maquinilla el invierno pasado

En ese compromiso por la  preservación  de la memoria  en relación con la industria, los ferrocarriles y las minas del Guadiato, la Asociación La Maquinilla ha plantado 10 casuarinas en el trazado Verde próximo a  los pozos “Antolín” y “Arcadio” durante el último invierno. El objetivo es recuperar con el tiempo lo que es, o debería ser un símbolo vegetal de estos municipios. Al igual que sus abuelas y bisabuelas, las nuevas casuarinas se han adaptado bien al hábitat minero de la Vía Verde y se espera que pronto sean un elemento singular de su paisaje   gracias a los 30 metros de altura que potencialmente alcanzan en edad adulta.

 Peñarroya-Pueblonuevo
Casuarina centenaria en una antigua vivienda-jardín francesa

Con esta actuación, asimismo, pretendemos concienciar a la ciudadanía y  a nuestras autoridades sobre la conveniencia de su conservación de cara a generaciones futuras. Ahora que en Peñarroya-Pueblonuevo  se está elaborando un reglamento sobre uso y respeto hacia bienes inmuebles con carácter histórico,  tal vez sería oportuno incluir estos árboles o grupos de árboles en el listado de elementos protegidos, como testigos únicos y excepcionales de aquella industrialización, también única y excepcional, que todo hay que decirlo.
No estamos planteando ningún sinsentido. Algunas ciudades de España regulan el uso de determinados ecosistemas en de su interior y castigan  a quienes perpetran algún daño  o perjuicio en ellos.   El ejemplo más claro lo encontramos en la ciudad de Elche y su palmeral milenario.


Al igual que ocurre con el nivel de conservación de los edificios históricos, la importancia que se concede a la protección de las especies arbóreas especiales  también son un rasgo de las sociedades culturalmente avanzadas. Nuestra actitud hacia estos árboles indefensos y elegantes también determinará qué somos ahora y qué pretendemos ser en el futuro. Nuestros árboles también son patrimonio.

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